Sabías que... puedes practicar submarinismo en un cementerio nuclear

Sabías que… puedes practicar submarinismo en un cementerio nuclear

Si, puedes sumergirte en un paraíso tropical, nadar entre pecios radiativos e incluso pescar en esas aguas. Eso sí, no está al alcance de cualquiera.

El Atolón Bikini y las pruebas nucleares

El Atolón Bikini es un archipiélago con forma de anillo compuesto por 23 pequeñas islas, de las que solo son habitables 2 por su tamaño. Estas pequeñas islas, además de dar nombre a un tipo de bañador femenino, se hicieron famosas mundialmente por ser el lugar elegido por la marina norteamericana para realizar numerosas pruebas de detonaciones nucleares.

Un total de 23 dispositivos nucleares fueron detonados entre 1946 y 1958 para probar sus efectos: en el arrecife, dentro del atolón, en el aire, bajo la superficie, etc. Las islas quedaron contaminadas con radioactividad e inhabitables durante décadas.

Destino muy exclusivo para submanistas

El atolón es visitable si se llega mediante embarcaciones auto-suficientes y se poseen los permisos correspondientes. Se trata de un programa muy restringido: está limitado a 11 visitantes por semana, por unos 3.600€ por cabeza. Además hay que tener en cuenta la logística para llegar a unas islas tan remotas, en medio del Pacífico.  Por otro lado, en todo momento los visitantes están acompañados de representantes del gobierno para asegurarse de que no se retira ningún elemento de los pecios.

Los visitantes, además de disfrutar de la experiencia submanina, son informados acerca de la historia de la isla y de las pruebas nucleares. También reciben un completo informe de cada uno de los barcos hundidos en el atolón, su historia y cómo terminaron sirviendo de conejillos de indias para las pruebas nucleares. Uno de los pecios que puede ser visitado es el USS Saratoga:

restos USS Saratoga en Bikini por Reinhard Dirscherl¡Parece un pez gigante con la boca abierta! Son los restos del portaaviones USS Saratoga, en el Atolón Bikini. Foto: Reinhard Dirscherl

Todos los restos están entre los 45 y los 60 metros de profundidad. La visita también incluye un tour por la isla y el atolón. Sin embargo, debido a la contaminación persistente en la zona, toda la fruta y vegetales consumidos son importados.

Te recomendamos que le eches un vistazo a esta galería con más fotos de la inmersión del fotógrafo Reinhard Dirscherl, porque han sacado instantáneas impresionantes.

Además, también se permite la pesca deportiva. 50 años después de las detonaciones nucleares y sin casi presencia humana, los arrecifes coralinos se han recuperado y han atraído a multitud de peces y sus predadores. La laguna interior del atolón ofrece uno de los entornos más prístinos del mundo para la pesca deportiva, con especies de gran tamaño, como el casarte ojón, barracudas, jureles y atunes rojos.

Patrimonio de la Humanidad

El Atolón está protegido por la UNESCO desde 2010 por su simbolismo y como testimonio del inicio de la era nuclear. El atolón en si mismo, pese a su apariencia de paraíso tropical, es una evidencia directa y tangible de la potencia de las bombas nucleares y también de sus consecuencias medioambientales.